Consideraciones importantes SOBRE esta traducción
- Conforme a la terminología de la Enseñanza de la Energía Creacional, el prefijo “des-” fue reemplazado por “in-“, puesto que “in-” es el negativo opuesto a su contraparte positiva, mientras que “des-” implica un desprendimiento de algo que antes sí estaba y ahora ya no está, por ejemplo: honestidad y inhonestidad, conocimiento e inconocimiento. En este último ejemplo, el desconocimiento significa que una cosa primero era conocida o fue reconocida, y después fue retirado el conocimiento o reconocimiento, por lo que la cosa en cuestión fue desconocida.
- Esta traducción al Español, incluye varias aclaraciones realizadas por el traductor, las cuales se encuentran insertadas entre corchetes a lo largo del texto. Estas intervenciones tienen como propósito ofrecer contexto adicional, explicar términos o conceptos sin un equivalente directo en el idioma Español, o iluminar diferencias culturales que podrían no ser inmediatamente evidentes para el lector. La inclusión de estas aclaraciones busca enriquecer la comprensión del texto original en Alemán, asegurando una mayor fidelidad al significado y al espíritu de la obra, al tiempo que se facilita su accesibilidad en el idioma Español.
Los valores de la ética y
la moral
La siguiente explicación basada en la teoría del interés tiene como objetivo facilitar al ser humano el entendimiento del por qué [se recomienda o está previsto de modo natural-creacional] que forme y conduzca su vida y existencia de modo ético-moral.
Die Werte der Ethik
und Moral
La ética y la moral están, sin duda, unidas ambas una a otra y, a menudo, son equiparadas; empero, hay una diferencia decisiva, pues las respectivas normas y valores de la moral son consideradas como un solo grupo en particular, mientras que la ética describe más bien lo que es correcto o incorrecto, lo que se puede explicar con una descripción distinta y científica como una discusión general acerca de “correcto” e “incorrecto”. No obstante, en lo sucesivo, se explicarán la ética y moral en sus nexos.
Ethik und Moral hängen zweifelsfrei beide zusammen und werden oft gleichgesetzt, doch es gibt einen entscheidenden Unterschied, denn die jeweiligen Normen und Werte der Moral gelten als eine alleinige Gruppe, während die Ethik vielmehr beschreibt, was richtig oder falsch ist, was mit einer anderen und wissenschaftlichen Beschreibung als allgemeine Auseinandersetzung mit ‹richtig› und ‹falsch› erklärt werden kann. Nichtsdestotrotz sollen folgend Ethik und Moral im Zusammenhang erklärt werden.
En todas partes hay oportunidades para comportarse conscientemente según la ética y la moral, portarse/conducirse con cortesía, honestidad, tolerancia y consideración, tanto en la vida diaria como también durante toda la vida en general. Un comportamiento ético-moral en la forma dada de modo natural se puede [es posible] practicar en todas las situaciones de la existencia, ya sea en todas las áreas privadas, en cualquier sociedad, en el lugar de trabajo, con amigos y conocidos, así como en la familia, en el trato con toda persona y también en el tráfico vial, etc. La ética y la moral también son guías prácticas para la conducción de la vida, para condiciones y reglas valiosas en este aspecto, así como para acciones y actos correctos, con los cuales el ser humano tiene que enfrentarse una y otra vez. En lo especial, la ética y la moral en sus formas tradicionalmente valioso-tradicionales están siempre en primer plano, que se registran como valores especiales, es decir, la protección de la vida, la libre voluntad, la acción correcta y la preservación de la libertad.
Überall gibt es Gelegenheiten, sich der Ethik und Moral gemäss bewusst zu verhalten, sich höflich, ehrlich, tolerant und rücksichtsvoll zu benehmen, so im täglichen Leben wie auch während des ganzen Lebens überhaupt. Ein ethisch-moralisches Benehmen in der natürlich gegebenen Form lässt sich in allen Lagen des Daseins praktizieren, so in allen privaten Bereichen, in jeder Gesellschaft, am Arbeitsplatz, bei Freunden und Bekannten, wie auch in der Familie, mit jedermanns Umgang und auch im Strassenverkehr usw. Ethik und Moral sind auch praktische Anleitungen zur Lebensführung, zu diesbezüglich wertigen Bedingungen und Regeln, wie auch zum korrekten Handeln und Tun, womit sich der Mensch immer wieder auseinanderzusetzen hat. Insbesondere stehen dabei immer die Ethik und Moral in deren wertig-traditionellen Formen im Vordergrund, die als besondere Werte verzeichnet werden, nämlich der Schutz des Lebens, der freie Wille, das richtige Handeln und der Erhalt der Freiheit.
En este sentido, se denominan como ético-morales los valores y las reglas que están reconocidos en la familia, en una amistad, entre los conocidos o en la sociedad en general. Cuando se dice en este contexto que una persona ha actuado o está actuando de modo ético-moral correcto, se entiende que ha hecho un esfuerzo con su comportamiento o está esforzándose de un modo que las personas consideran correcto y bueno. En este contexto, los valores y reglas de la ética y la moral se denominan [son denominados] como buenos y generalmente reconocidos como valiosos.
En la ética y la moral también existen ciertas recomendaciones que prescriben un comportamiento específico ético-moral, como por ejemplo, cuando se recomienda explícitamente por escrito o de modo oral: “No matarás”, así como “No robarás”. Sin estas recomendaciones [estos mandamientos] como leyes, una convivencia en una sociedad no sería posible de modo positivo-bueno.
La ética y la moral se ocupan, en relación con la especie “ser humano”, en primer lugar del principio básico del comportamiento para con sus prójimos que se le da por vía natural, pero también – lo que por lo regular no es mencionado por la ciencia de la psicología, porque aparentemente ni siquiera lo sabe – con respecto al planeta Tierra, a la naturaleza y su fauna y flora. Sin embargo, los valores ético-morales también se refieren a cuestiones de la sexualidad, tal como ni no ni nunca se limitan tampoco a una gran cantidad de otras cosas [la frase anterior puede entenderse como “tal como no se limitan tampoco, en ningún momento, a un muy gran número de otras cosas”], sino que son extremadamente importantes, como, por ejemplo, en relación con la lógica, el intelecto, la racionalidad y la responsabilidad. Estos siempre han tenido validez en lo especial y en cada caso y deben tenerla para todo futuro. Tan solo los pensamientos y sentimientos que, por ejemplo, pueden llevar desde una satisfacción ético-moral vía una indignación, compasión o culpa, hasta llegar a emociones extrañas, son de dividir en valores de los cuales la persona normalmente nunca se vuelve consciente.
Básicamente, los conceptos fundamentales de ética y moral del ser humano no son algo que lo capacite a hacer lo correcto desde una perspectiva ética y moral. Sin embargo, el gran resto de todos los valores éticos y morales que distinguen al ser humano de todos los demás seres vivos, han de ser aprendidos por él mismo, porque no están predeterminados de modo natural. Es que el ser humano tiene una personalidad con una conciencia que puede usar de modo consciente y también, instintivo-sentimental; esto, en contraste con otras formas de vida que pueden usar su conciencia sólo en mínima medida de un modo consciente e instintivo. Y cuando el ser humano aprenda los muchos otros valores de la ética y la moral, se eleva a ser humano de verdad, y con ello también, a llevar una convivencia social a su propio modo, lo cual está libre de odio, desecha toda venganza y retribución [represalia, desquite], calumnia e inhonestidad [español FIGU, del Alemán “Unehrlichkeit”, usualmente: des-] de todo tipo, como tampoco ejerce violencia, no comete asesinatos ni homicidios, y por lo tanto, tampoco conoce enemistad de ningún tipo y no libra guerras.
Los niños [alem. die Kinder, pl.; das Kind, sing. = de género gramatical neutro, se refiere tanto a niños como a niñas] aprenden ya de modo inconsciente la parte naturalmente dada de la ética y moral cuando aún son muy pequeños, pues por lo regular, son indoctrinados con ello justo después de nacer; a saber, sin que los padres se den cuenta de ello y, por ende, no lo perciban. Todo esto ocurre de tal modo que los recién nacidos son cuidados de forma natural a través del ‹mimado› ético-moral natural de la madre y el padre. Esto justamente de tal forma como ya lo hacían de modo natural las primeras formas de vida como formas naturales, hace cientos de millones de años, en cuya consecuencia se posibilitó un coexistir de las familias y de los rebaños de las formas vivas, y tal como sucede hoy en día de forma inconsciente con el ser humano. No obstante, una parte de las personas es capaz de hacer decisiones ético-morales a consecuencia de su personalidad y por la fuerza de su conciencia utilizada por ella con pensamientos conscientes y los sentimientos resultantes. Mientras que la otra parte mucho más grande de los seres humanos, sin ser consciente de ello, cultiva pensamientos aparentes, caída en una adicción a una creencia de tipo ilusorio-enfermiza, en cuya consecuencia vive la vida como creyente y desprecia la realidad y la verdad de esta y la castiga con su credulidad. Esto indica que la creencia/fe, ya sea religiosa o mundana, está profundamente arraigada en el carácter del ser humano, y que él no es capaz de percibir la realidad tal como esta es en efecto. Estas personas tienen, desde su creencia/fe, una percepción errónea, por lo que no saben distinguir la realidad y su verdad, así como lo irreal y lo inverdadero, como correcto o incorrecto. Por fuerza, esto trae como consecuencia que, como resultado de su creencia adictiva ilusorio-enfermiza consideran esta como correcta, y en cambio, la realidad, como errónea, así defendiendo su creencia con vehemencia. Por lo tanto, no son capaces de reconocer lo negativo ni lo positivo, y tampoco saben ni comprenden que lo verdadero, bueno y correcto no llega y crece por sí solo, sino que primero debe ser plantado y cuidado antes de que pueda ser cosechado y dirigido hacia el camino correcto de la lógica y la razón. Por lo tanto, para un ser humano caído en la adicción a la creencia ilusorio-enfermiza primero es necesario encontrar una semilla que germine y crezca y le permita tomar decisiones ético-morales veraces y valiosas, pero alejadas de la fe. El humano que efectivamente piensa por sí mismo [de modo autónomo; del Alemán “selbstdenkend” o autopensante] y, por lo tanto, no es creyente, y para quien el crear pensamientos originarios en sí mismo y el dirigir los [resultantes] sentimientos correctos y valiosos es un deber, en cuya consecuencia construye también un estado de la psique sano y positivo, es, en verdad, alguien que lleva su vida de modo valioso y es capaz de manejar la existencia en todo momento.
Todo lo relacionado con esto es una señal de que la ética y la moral están profundamente arraigadas en su cerebro, por lo que la percepción de lo que es correcto o falso [erróneo] siempre está presente en él y él siempre puede reconocer y comprender la realidad y, por lo tanto, la verdad de esa realidad, en cuya consecuencia siempre toma las decisiones correctas y es capaz de actuar adecuadamente.
La energía de la Creación, junto con la personalidad y la conciencia, es, con la más extrema importancia, el factor de lo que la energía y fuerza dada por la Creación le dotan al ser humano de la vida, a saber, de tal modo que vivifica la personalidad y, con ello, también la conciencia. También es a través de esta energía y fuerza que el ser humano es capaz de crear pensamientos y sentimientos a través de su conciencia. Con ellos, no sólo puede moldear, formar y utilizar su vida cotidiana, sino también aprender y adquirir un saber [conocimiento], por el cual, a su vez, evoluciona y se desarrolla, volviéndose más sapiente, intelectual, más rico en conocimientos, más capaz y más erudito, etc. Con esto se produce una continua impresión evolutiva y un entendimiento de la realidad y su verdad, lo cual eleva fundamentalmente la conciencia, sus pensamientos [de la consciencia] y sentimientos, así como forma también el estado «psique» a ser un alto valor [Billy explica que la psique es un estado resultante de sentimientos formados por los sentimientos, por lo tanto, al igual que los pensamientos y sentimientos, siempre está en fluctuación y no es un factor estático] y, a través de ello, crea una moral de normas éticas y, con ello, de principios básicos de valores morales que regulan el comportamiento general interhumano que normalmente es reconocido y aceptado de modo vinculante [del Alemán “verbindlich”, o más que vinculante casi obligatorio] por muchos seres humanos, así como percibido como una percepción moral del individuo. Fundamentalmente, es importante entender que toda actividad de la conciencia es siempre un producto de la energía de la Creación y le ofrece al ser humano la posibilidad de mantener la vida en función a través de esa energía y fuerza y de evolucionar [“wissentlich” o a sabiendas] conscientemente.
Todo lo concebible, tanto en forma positiva como negativa de los pensamientos y sentimientos, se basa únicamente en que sólo la energía de la Creación proporciona todo lo de la energía y fuerza, de modo que el ser humano pueda crear también emociones a través del pensamiento. Sin embargo, el cómo forma él sus pensamientos y sentimientos de modo positivo o negativo, y si está inclinado hacia la realidad y su verdad, o hacia la irrealidad y, con esto, hacia la inverdad [usualmente “falsedad”], esto lo decide él mismo.
Alles erdenklich Mögliche in positiver wie negativer Form der Gedanken und Gefühle beruht einzig darin, dass allein die Schöpfungsenergie alles an Energie und Kraft bietet, dass der Mensch durch das Denken auch Gefühlsregungen erschaffen kann. Wie er aber seine Gedanken und Gefühle in positiver oder negativer Art und Weise formt, und ob er der Wirklichkeit und deren Wahrheit, oder der Unwirklichkeit und damit der Unwahrheit zugetan ist, das entscheidet er selbst.
Si [el ser humano] decide pensar por sí mismo de modo real y, a partir de ello, crear y cultivar sentimientos verdaderamente positivos, entonces es una persona que ve la realidad tal como realmente es, por lo que siempre se esfuerza por juzgar, decidir y actuar de acuerdo con la realidad y su verdad. Sin embargo, si el ser humano es indeciso, negligente, descuidado y carente de energía en el sentido de una indiferencia, o es demasiado joven como para comprender la realidad y su verdad, entonces comienza, desde muy temprano – generalmente a través de la indoctrinación en forma de educación, rumores y “copiar” entre sus conocidos y el entorno, etc. – a bloquearse ante la realidad. Esto tiene como consecuencia que se inclina hacia lo que simplemente quiere creer y aceptar como verdad, en cuya consecuencia confia ciegamente en todo lo que se le dice y relata y lo tiene como seguro. Todo lo contrario que se basa en la realidad y su verdad, es rechazado de modo irreflexivo como mentira y engaño; y en su lugar, sin embargo, se apuesta con la esperanza en la realización de una expectativa que, empero, siempre permanece irrealizable.
Esto se debe a que la esperanza en cuestión se basa sólo en un descarado tejido de mentiras y un mal [malicioso] engaño que, en esencia, se basa en una ilusión que conlleva una ilusión enfermiza y expectativas irrealizables. Esto lleva al ser humano a ser creyente respecto a las mentiras y engaños que simulan algo que no existe, y que obstaculizan en todo caso su capacidad de pensar por sí mismo y decidir por sí mismo, de examinar todo detenidamente y de encontrar la realidad y su verdad, porque simplemente cae en una creencia y ya no sabe cómo liberarse de ella. Lo mismo Así ocurre en igual medida con toda creencia religiosa, que es martillada [inducida a martillazos] a la mayoría de los niños desde la más tierna infancia, a menudo desde el nacimiento, de un modo indoctrinante/indoctrinador, llevando por lo cual la persona en crecimiento es empujada hacia una dependencia basada en la creencia/fe y un correspondiente comportamiento conforme con la creencia religiosa. En cuanto a la religión, puede tratarse de cualquiera, porque para la fe misma no hace diferencia alguna, ya que cada una, ya en muy poco tiempo, se convierte en una adicción inmensa, la cual la persona joven no puede controlar y con la que crece y vive su vida.
Toda creencia religiosa lleva a una dependencia que es casi una adicción irremediable, por lo que la persona afectada por ella siente un fuerte deseo de anclar más profundamente en sí misma su medio de adicción, la fe y su comportamiento adictivo, por lo que pierde en este aspecto el control sobre su pensamiento independiente hasta el punto de que, en cualquier situación, cree que el dios en el que cree, ya resolverá todo de acuerdo con la rectitud. Esta consecuencia negativa de su adicción a la fe no le permite renunciar a esta, por lo que nunca experimenta síntomas de abstinencia, ni se presentan dudas o reflexiones sobre la adicción, cuando se le aborda acerca de estas. Si esto ocurre a pesar de ello, inmediatamente aparecen padecimientos de síntomas de abstinencia que generalmente llevan a la persona a poner fin de inmediato a las amistades y relaciones con aquellos que se atrevieron a cuestionar o elevar su voz en relación con la adicción a la fe. Esta es generalmente la razón por la que los creyentes simplemente descuidan sus deberes y, como ya se mencionó, terminan relaciones con conocidos, amistades o vínculos cercanos sin más.
Las normas sociales insuficientes de ética y moral – que como tales aparentemente le son desconocidas en su totalidad a la “ciencia de la psicología”, pero que en conjunto forman los valores extensos de lo que hace al ser humano un ser verdaderamente humano si este los aprende, los domina y los aplica en la vida diaria – son el gran mal por el cual el ser humano, como ser/Wesen pensante, piensa, decide y actúa en contra de lo correcto, lo neutral y lo afirmativo de la vida. Por ello, todo está destinado a la lucha, al castigo malintencionado, al asesinato y al homicidio, y el ser humano ve, piensa, supone y defiende esto como bueno y justo. Esto también se refleja en el sistema de la jurisdicción, a saber, tan solo por el hecho de que se aplica la pena de muerte, así como la tortura, ya sea oculta o abierta, la difamación y la persecución injustas, y medidas punitivas injustas. También está el factor de la ejecución de la pena, que a menudo va acompañada de acosos, humillaciones y otros métodos terribles e indignos del ser humano.
Si bien la adicción ilusorio-enfermiza a la fe es muy difícil de remediar, esto no corresponde, empero, a un diagnóstico de por vida absoluto, porque cuando el ser humano adquiere conocimientos ético-morales a través del aprendizaje, surge entonces un sentido de lógica, inteligencia, razón y responsabilidad. De ello resulta que se reconoce la realidad y que ningún “querido Dios”, ningún ángel o “santos”, “buenos espíritus”, etc., dirigen la vida y todos los destinos, sino que el ser humano lo hace totalmente solo a través de sus pensamientos conscientes, sentimientos, decisiones racionales y su correcto actuar. Sin embargo, siempre debe permanecer presente la certeza de que ninguna adicción ilusorio-enfermiza a la fe regula nada en la vida, sino que el ser humano determina solo a través de sus pensamientos correctos y sentimientos valiosos sus decisiones correctas y su comportamiento consciente de su responsabilidad en cualquier modo.
Los extensos valores naturales de la ética y la moral – que, empero, el ser humano de la Tierra menosprecia y, por lo tanto, se enfrenta en la vida a constantes desafíos precarios – no se desarrollan por sí mismos, sino que son de aprender de modo consciente y por volición. Por lo tanto, de ningún modo es como los medios sociales y las ciencias psicológicas afirman una y otra vez, al decir que todo es perfección, porque esta mentira e inducción al error les impide a las personas que estas cuestionen la ética y la moral y se enteren de que lo que se enseña públicamente al respecto por los “expertos” no es más que palabras vacías. Lo enseñado, muy deficiente, ni lleva a la persona a convertirse en un verdadero ser humano, ni se soluciona con ello todo el mal y lo negativo, como el odio, la venganza y la retribución [el desquite], ni la calumnia, la criminalidad y el delito, ni las mentiras y el engaño, ni las guerras, la furia, la tortura, los actos de destrucción y del asesinato. Ni siquiera el homicidio y el asesinato a nivel privado se ven reducidos por ello, ni tampoco las peleas, la violencia en general y todos los males de cualquier tipo en absoluto.
Si son estímulos mentales de buen entender y conscientes de responsabilidad y también sentimientos correspondientes, entonces surgen de ello valores ético-morales de alta cualidad con una actitud decididamente buena y afirmativa con respecto al comportamiento general. Sin embargo, a partir de estímulos mentales y sentimientos contrarios negativos, resultan efectos malos, incluso perjudiciales para el cuerpo y la salud, que provocan una mala moral y un estado emocional correspondiente y hacen que se hunda la ética en la nada. Por lo tanto, una ética y moral positivas o mala se basa en buenos o malos pensamientos y sentimientos, que llevan a un estado moral objetivo y afirmativo de la vida o a uno inobjetivo y no afirmativo de la vida, así como una ética o comportamiento moral de una forma muy negativa. Pero la moral y la ética, que en realidad son los pilares básicos para que el ser humano pueda convivir con sus semejantes, es decir, como familia, en amistad y sociedad, etc., también son de enorme importancia en el trato consigo mismo, ya que determinan de modo fundamental el carácter del ser humano.
Por lo tanto, es completamente erróneo y falso suponer, como lo hacen, suponen, creen y “enseñan” los “expertos”, al decir que el momento ético-moral debe evaluarse sólo como los modos de comportamiento hacia el exterior, pues en lo fundamental determina qué, quién y cómo es el ser humano mismo. La conciencia moral, o sea, la filosofía moral que el ser humano cultiva y muestra, determina su personalidad, es decir, quién, cómo y qué es. Además, sin duda, también deja claro cómo trabaja la conciencia del respectivo ser humano y cuán valiosa es en términos de la lógica, del intelecto y de la razón.
En verdad, los auténticos valores de la moral y la ética no le son conocidos a la mayoría de la humanidad, y mucho menos el hecho de que la personalidad individual es determinada por la ética y la moral, o más específicamente, por la conciencia moral personal; ni siquiera si está familiarizado con cada uno de los factores. A una gran parte de las personas, los valores ético-morales les son conocidos sólo por partes y de modo limitado, en relación con cómo la ética y la moral y su aplicación en el comportamiento actúan en general hacia la sociedad, los semejantes, la familia y en amistades, entre otros. En efecto y en verdad, es sólo una minoría minúscula que profundiza y reflexiona sobre la filosofía moral y se comporta con comprensión y de modo absolutamente correcto en este aspecto. Pero en verdad, son sólo unas pocas personas, justamente una minoría, las que se esfuerzan de modo serio y extenso por los valores de la conciencia moral, que contiene en sí misma muchos más valores de los que las descripciones psicológicas indican y de lo que los mencionan los moralistas y otros.
Para todos aquellos actores causantes con relación a sí mismos, la moral y la ética, en todo aspecto no son más que ruido y humo, pues tan pronto como se trata de su propia seguridad, sus propios bienes y su propio bienestar, toda su pretensión de “humanidad” desaparece. Esto se debe precisamente a que la moral y ética nunca fue auténtica y no era una firme forma de comportamiento, sino meramente una imaginación por un pensamiento de fachada, y así, una ilusión autoimpuesta que existía sólo como idea y fantasía. Enemistad, odio, venganza, difamación, violencia, guerra y otros actos de asesinato y homicidio, etc., acechan constantemente detrás de la máscara de la imaginación de supuesta moral y ética de aquel ser humano que se imagina como conocedor, bueno, justo y recto.
Empero, en verdad, está en sí mismo tan lleno de contradicciones que en seguida, toda noción de conocimiento [saber], bondad, de lo justo y la rectitud, etc., se torna nula, inválida y olvidada, y cualquier forma de moral y ética imaginada se desvanece tan pronto como surge la más mínima insinuación de una defensa propia, odio, venganza o retribución [desquite]. Puede tratarse de razones personales, como también de órdenes de militares, judiciales o autoridades, etc., que “olvidan” cualquier noción de moral y ética y permiten que haga efecto lo opuesto, es decir, la inmoralidad y la falta de ética que llegan a prevalecer y a irrumpir. Esto sucede porque estas residen en lo profundo del carácter y “asestan el golpe” tan pronto como surge la oportunidad para ello, porque están por encima de la [mera] imaginación de toda moral y ética, y porque el ser humano en verdad no ha aprendido ni practica estos valores, sino que sólo se los imagina.
Particularmente, la mera imaginación de moral y ética se manifiesta en la mayoría de aquellas personas tontas [no pensantes o indispuestas a pensar] que son creyentes en una ilusión enfermiza de un dios o que de algún otro modo mantiene ambiciones religiosas y, por eso, a consecuencia de su creencia, es religioso-vengativa debido a sus creencias. Muchos de ellos incluso están a favor de la pena de muerte y no dudan – como ha sido desde tiempos antiguos – en actuar como mirones gritones en ejecuciones públicas contra personas a menudo previamente torturadas. Muy a menudo, a las víctimas de ejecución se les rompían todos los huesos y acto seguido se les sometía a la rueda, mientras los espectadores los escarnecían y se “excitaban” porque los condenados a muerte sufrían tormentos infernales.
La norma en estos casos – y esto sigue siendo así aún hoy en día, donde se llevan a cabo ejecuciones públicas, como por lapidación, decapitación, estrangulamiento, ahogamiento o fusilamiento, etc. – es que las masas de espectadores que se “excitan” con la ejecución luego se las daban de importantes, presumiendo con declaraciones como “Yo estuve allí y lo vi todo” etc. (La palabra “blagieren” en Suizo-Alemán no tiene nada que ver con el latín tardío “Plagiat”, que significa “secuestro [de personas]”, sino que es simplemente una palabra para describir el acto de exagerar, presumir, afirmar, hacerse a sí mismo o alguna cosa más importante de lo que realmente es, etc.) De hecho, desde tiempos antiguos, torturar y ejecutar públicamente a un ser humano – y en tiempos antiguos también animales, como cerdos, perros, gatos, vacas, caballos, ovejas, cabras y pollos, o gallos, porque, por ejemplo, supuestamente habrían puesto un huevo – no es más que una satisfacción, desagravio, un estado de estar contento y para algunos incluso una sensación de bienestar al cumplirse imaginaciones desviadas [salidas del control de la buena naturaleza del ser humano].
Para la masa de los tontos [no pensantes] e imbéciles, era un espectáculo popular, que, empero, aún hoy en día es común en estados que practican ejecuciones públicas, con lo cual se puede decir con certeza que ni las autoridades judiciales y los jueces que imponen una pena de muerte sobre una persona, ni los ejecutores de la pena capital, ni los espectadores que se excitan con ello, pueden afirmar que tuvieran su propia moral y ética. Su pretensión de moral y ética es igualmente sólo hipócrita e de igual modo, es en verdad sólo un engaño, como es el caso con los espectadores de las ejecuciones que se excitan con estas y los militares activamente asesinos, etc., y aquellos que asesinan en el matrimonio y la familia, en supuestas amistades, por avaricia, codicia, odio, venganza y retribución [desquite], etc.
Pero ahora surge la pregunta: ¿qué significan en realidad la moral y la ética en su valor intrínseco y cuál es su propósito y función?. En principio, el ser humano vive sin reflexionar en detalle sobre estos valores. En consecuencia, no comprende que aplica la moral y la ética sólo de modo imaginario, porque, visto de un modo real y correcto, en realidad aplica estos valores y vive según estos sólo en forma imaginaria.
En la realidad y en su verdad, vive los valores morales y éticos simplemente de tal modo, porque es común y corriente integrarse y comportarse pacíficamente en la familia, en el círculo de amigos o en el conjunto de una comunidad, en una organización o en la sociedad, etc. Sin embargo, esto puede cambiar rápidamente si cambia la dirección del viento y las cosas no van de acuerdo con las expectativas. Muy rápidamente surge excitación por enojo, luego pelea, odio, venganza, retribución [desquite] así como calumnias, todo lo cual es contrario a moral y ética, cuyos conceptos tal vez les son conocidos a una u otra persona pero que no han sido desarrollado ni aplicado conscientemente en la propia personalidad.
A saber, lo común es que el “pacífico” convivir en la familia, entre amigos, en la comunidad, en el militar y en la sociedad, etc., se da sólo porque es “costumbre y tradición [uso y costumbre]”, o porque está prescrito y simplemente está “de moda”, y no porque se siga conscientemente la moral y la ética. Por lo tanto, no se aprenden ni se aplican conscientemente la moral y la ética, sino solo una pretensión fingida [actitud santurrona], algo que la persona sólo se imagina que está haciendo cuando se le pregunta acerca de ello o se le exige. Pero en verdad, nunca lo ha aprendido de un modo consciente y nunca ha supuesto de nadie que estuviera consciente de ello.
Verdaderamente, sólo son pocos los seres humanos, o más bien una minoría, que en su sentido del deber se dedican ante la vida de un modo consciente a la moral y la ética y las hacen fluir por volición y de modo reconocible, correcto y natural en toda su existencia. En acciones de todo tipo, el ser humano no piensa ni en la moral ni en la ética, sino que sólo actúa; a saber, en total irreflexión y cuasi de modo automático, y esto incluso hasta llegar a matar y asesinar al prójimo si se siente acosado o en peligro o se entrega de modo incontrolado a su agitación emocional.
De repente, sin razón alguna, considera al prójimo simplemente como enemigo y adversario, del mismo modo que prácticamente lo hace cualquier soldado del militar en la guerra o en otras circunstancias cuando mata a uno o muchos prójimos por una orden o en [supuesta] “defensa propia”. Sin embargo, lo que son la moral y la ética, en casi todas partes le es conocido al ser humano sólo de oídas, con lo que, no obstante, el sentido de estos valores le es inconocido al ser humano o no le es tan familiar como para tenerlos efectivamente interiorizados. Por eso se requiere que no sólo se haga mención de la moral y la ética, sino que en una ocasión sean explicadas de modo amplio.
Esto es porque estos altos valores son de importancia vital no sólo para la convivencia con los seres humanos, sino que también hacen al individuo lo que realmente ha de ser [en el sentido del desarrollo evolutivo de la conciencia conforme con los principios y recomendaciones natural-creacionales], es decir, un ser humano de verdad. Sin embargo, esto no se enseña en ninguna explicación sobre moral y ética, ya que los valores «ética y moral» son considerados a sabiendas por los “expertos” sólo como bases para una buena interacción social y para un trato cuidado, respetuoso y considerado entre individuos. Empero, generalmente es inconocido [no se sabe o es “insabido”] que los valores ético-morales en realidad moldean los fundamentos de la personalidad del ser humano y, vía la conciencia, le permiten actuar a través de sus pensamientos, decisiones y sentimientos.
Sólo a través de esto surge el verdadero estado de moral y ética y le permite al humano formarse, desarrollarse, vivir realmente como tal y de comportarse de acuerdo con la ética y la moral. Y como un verdadero humano, libre de profundos y malvados rasgos de carácter negativos, no se dejará dominar por tales sin su volición.
Esto es así porque estos valores lo moldean, lo hacen concienzudo y honesto, así como un ser humano verdadero que piensa por sí mismo [autopensante] y percibe todo fiel a la realidad y su verdad, y, en consecuencia, cuida sus pensamientos, toma las decisiones correctas y actúa conforme a ello y por ende, protege también todo lo que vale la pena en la vida. Solo el correcto y saludable estado de la moral y la ética también le garantiza al ser humano que se pueden dar paz, libertad, justicia, así como igualdad entre todos los seres humanos y orden. Algo que también se puede aplicar en su totalidad a todos los seres vivos, al planeta, la naturaleza y todos sus ecosistemas, como también a toda la flora, las aguas, la atmósfera y las estaciones del año y tiene su validez en todo.
Sin embargo, esto no puede ser nunca el caso cuando grandes masas de personas están hacinadas, cuando se da una superpoblación y además está salida del control [de la buena naturaleza humana], como es el caso en la Tierra. De este modo, es decir, en un estado de superpoblación, no es posible lograr un estado de equilibrio ético-moral adecuado. Esto se debe a que hay demasiadas desviaciones de todo tipo imaginable, que van desde la simple excitación de las personas hasta la malignidad, odio, venganza, criminalidad, crímenes hasta asesinato y homicidio, etc. Por eso es que, ya desde tiempos primordiales, los humanos de la Tierra han llevado a cabo masacres y batallas entre ellos, y más aún desde que surgieron las religiones y la ilusión enfermiza de las creencias.
Desde entonces, se han desencadenado fueron provocadas guerras, tanto religiosas como políticas, y se ha matado, es decir, asesinado a innumerables personas. Y se ejercen enemistades o odio racial, se emplea la violencia, se llevan a cabo disputas que llevan al odio, así como a venganza y retribución [desquite], mientras que se “cultivan” la mentira, el engaño y la inhonestidad, así como el robo o el hurto, la tortura, la fornicación, la crueldad, la esclavitud, el secuestro y el tráfico de personas son el pan de cada día. Muchos se entregan al egoísmo, a la megalomanía, a la jactancia o a la calumnia, y muchos otros caen en la difamación múltiple y en la ira ciega. La ética y la moral no se encuentran en ninguna parte de todas las acciones porque en realidad sólo corresponden a palabras vacías y sin sentido, ya que no son aprendidos de modo consciente, sino que sólo son imitadas sin pensar y totalmente sin seriedad alguna.
De modo incontrolado, superficial así como en forma ilusoria, el ser humano utiliza la “moral aparente” y la “ética aparente”; a saber, porque no ha aprendido la verdadera y valiosa moral, sino que usa sólo la moral aparente en un acto de imitación según lo que ve en y registra de sus semejantes. Con esto, de algún modo le queda claro que puede llevarse bien con los prójimos si utiliza una forma de comportamiento que recibe una aceptación positiva. Por lo tanto, adopta la costumbre de adaptar su modo de tratar a los demás de tal forma que cause el menor fastidio posible, mientras que, no obstante, no se esfuerza en aprender de modo consciente y a fondo la ética y la moral, con lo que todo se queda completamente yermo en este aspecto. Contrario a este comportamiento positivo hacia los demás, que él [el ser humano] prácticamente “copia” y utiliza de un modo “moral aparente” y “ético aparente” para el trato con los prójimos, para congraciarse con ellos y estar en buena relación con ellos, esto no tiene nada que ver con que ahora él aprenda de modo consciente, honesto y verdadero la ética y la moral. Como resultado de que en verdad no lo hace, por el contrario, absorbe todo lo negativo y lo almacena en lo profundo de su carácter, para liberarlo y manifestarlo al exterior en alguna oportunidad adecuada. Esto ocurre en formas maliciosas, erróneas y perjudiciales, llegando hasta actos de violencia; a saber, incluso hasta pleito y odio, odio racial y a la difamación, venganza o retribución [desquite], ilusiones enfermizas en forma de creencia hasta asesinatos y homicidios, así como guerras religiosas y guerras políticas y a todo mal en sí.
Unkontrolliert, oberflächlich sowie einbildungsmässig benutzt der Mensch die ‹Scheinmoral› und ‹Scheinethik›, und zwar darum, weil er selbst die richtige und wertvolle Moral nicht erlernt hat, sondern nur die Scheinmoral nachahmend gemäss dem nutzt, was er bei den Mitmenschen sieht und registriert. Das macht ihm irgendwie klar, dass er mit den Mitmenschen gut umgehen kann, wenn er eine Umgangsform benutzt, die positive Anerkennung findet. Also gewöhnt er sich an, seine Formen des Umgangs mit den Mitmenschen so anzupassen, dass er so wenig wie möglich Anstoss erregt, während er sich jedoch nicht darum bemüht, Ethik und Moral bewusst und gründlich zu erlernen und diesbezüglich alles völlig brachliegt. Gegenteilig zu diesem Positiven des Verhaltens zu den Mitmenschen, was er praktisch ‹abkupfert› und ‹scheinmoralisch› sowie ‹scheinethisch› zum Umgang mit den Mitmenschen nutzt, um bei ihnen ‹gut Kind› zu sein, hat dies nichts mit dem zu tun, dass er nun bewusst, ehrlich und wirklich Ethik und Moral erlernen würde. Folgedem, dass er das wahrheitlich nicht tut, nimmt er gegenteilig alles Negative in sich auf und lagert es in der Tiefe seines Charakters ein, um es bei passender Gelegenheit nach aussen wirken und freizulassen. Dies geschieht dann im Bösen, Falschen und Schädlichen, bis hin zum Gewalttätigen, und zwar bis hin zum Streit und Hass, Rassenhass und zur Verleumdung, zur Rache oder Vergeltung, zum Glaubenswahn und bis zu Mord und Totschlag, wie zu Religionskrieg und Politkrieg und allem Bösen überhaupt.
En verdad, en general, el ser humano está orientado hacia la ética y la moral a aplicarlas sólo de un modo negligente, indiferente, sin dedicarle interés, sin significado así como también superficial y conforme con las escasas directrices de los predicadores de la moral. Por lo tanto, la insuficiente conciencia moral está dirigida, por lo regular, prácticamente sólo a una “flama baja”, ya que la predicación la “apostolería moral” de la filosofía ético-moral muestra sólo de modo insuficiente todos los valores del comportamiento necesario del ser humano que realmente lo definirían como un verdadero ser humano.
El ser humano generalmente sólo presta atención en forma de lo acostumbrado a la escasa aplicación de los valores orientados hacia la ética y la moral, mientras que en lo profundo de su carácter acecha lo malo y lo contrario de la ética y moral, lo cual surge en él en cualquier ocasión adecuada o no adecuada. Esto es el mal, y que sea explicado una y otra vez, esto es que acecha en las profundidades del carácter humano, porque fue percibido por el ser humano a través de la educación y las influencias de los demás y del entorno, y fue depositado en forma inprocesada, incontrolada y no neutralizada. Esto permanece como invalores [valores negativos] latentes, que en esta u otra ocasión llegan a brotar de inmediato y dejan que se libere lo que el ser humano no tiene bajo control mediante su carácter y hace que salga. Estas cargas de carácter invaliosas, que escapan a su control y se basan en la ira, el odio, la venganza o la retribución [desquite], la inhonestidad, la difamación, el afán de dominio, la mentira, el engaño, el racismo, el ansia de poder, la desviación [del control interior], la enemistad, la parcialidad así como la persecución, entre otros, a menudo conducen al asesinato y al homicidio o al suicidio, pero también a menudo incluso a una guerra, en la que miles e incluso millones de personas son asesinadas y se causan asoladores destrucciones masivas. Todos aquellos invalores [valores negativos] profundamente arraigados en el carácter, que se almacenan sin procesar, sin neutralizar y sin controlar a través de la educación, la autoeducación, momentos de lo invalioso de expresiones, opiniones y comportamientos, etc., en amistades, conocidos, en el entorno y los prójimos en general, así como a través de los acontecimientos mundiales, etc., surgen irrumpiendo al exterior de inmediato y así son aplicadas en forma efectiva.
Esto se debe a que, como se mencionó, han quedado desatendidos [inatendidos] y sin procesar y no fueron procesados ni neutralizados. Y esto es únicamente porque todos los numerosos valores de la ética y la moral no han sido aprendidos conscientemente ni asimilados, y, por lo tanto, tampoco se ha reflexionado sobre ello, y todo se deja suceder tal y como resulta. Por eso, el ser humano no se esfuerza por descubrir si el hábito de su acción en la práctica de la ética y la moral es correcto, ya que la ética y la moral son mucho más que de lo que busca dar abasto la errónea apostolería moral, que produce confusión en absolutamente todos los casos y a la vez es insultante en su pretensión de disponer de completitud. En realidad, los “expertos” en psicología no reconocen ni enseñan el deber humano de aplicar correctamente la ética y la moral en el marco de lo que lo ético-moral realmente alberga en sus valores, razón por la cual todo se enseña de modo poco sustancial, por lo que no se da una instrucción verdadera, sino es “enseñado” por el grupo especializado en psicología sólo desde una motivación mala y orientada al beneficio propio y de modo deficiente en cuanto a ética y moral y en totalidad sin entender [de qué se trata realmente].
En cuanto al término “moral”, este se deriva de la palabra latina “moris” (latín para “costumbre” o “uso”). Por lo tanto, con la palabra moral se dice que el ser humano debe [como recomendación] adherirse a costumbres y usos, y con ello, ajustarse al comportamiento ético, por lo que se recomienda que no se comporte de modo inmoral; esto es, de tal modo que se comporte de acuerdo a como lo requieren las normas y reglas establecidas de decencia y porte y, en consecuencia, del comportamiento apropiado entre seres humanos. Sin embargo, si el ser humano no aprende esto correctamente, de tal modo que no es capaz de juzgar de forma correcta una situación en cuanto a lo moral, por lo regular surgen desavenencias entre las personas, dando lugar a pleitos, odio, a la violencia, venganza o retribución, difamación, inhonestidad, asesinato y homicidio, suicidio, mentira, fraude, etc., a la calumnia en contra de uno mismo y contra prójimos, así como incluso a la enemistad política y, por ende, a la guerra, al asesinato militar y destrucción de diversos logros humanos.
Cuando una persona actúa de modo inmoral, porque le da rienda suelta a las profundas propiedades negativas de su carácter, entonces se enoja y simplemente llega a golpes cuando algo le va “contra la corriente”. O causa violencia sin sentido hacia sí misma, actúa en colera sin pensar y sin sentido contra los prójimos. También es así que desarrolla odio, sentimientos de culpa o depresiones, o simplemente se aísla, como en cambio también, por otro lado, a menudo comete actos de violencia porque no puede resolver conflictos ético-morales y simplemente pierde los estribos debido a que nunca ha aprendido conscientemente los valores de la ética y la moral de muy amplio alcance. Empero, por lo regular esto conduce en relación con el carácter tarde o temprano a negativos y bastante malignos incontrolables excesos de comportamiento que a menudo terminan en suicidio o, como otra mala consecuencia, en homicidio y asesinato. Sin embargo, esto nunca jamás sucedería si el ser humano aprendiera conscientemente la ética y la moral en todos los valores, es decir, en su pleno alcance, tal como están dados en efecto y de modo natural y que convierten el ser humano en un ser verdaderamente humano, si él aprende de modo consciente, exhaustivo en extensión plena todos los altos valores de la ética y la moral, los alberga en sí mismo por todo el tiempo de su vida y los aplica constantemente.
Si una persona está educada respecto a ética y moral en una forma verdaderamente consciente, nunca pasará por encima de cadáveres; por lo consiguiente, tampoco entrará jamás en hostilidades ni respaldará ni liderará la pena capital ni guerras, a las que nunca brindará ayuda ni participará en tales actos. Si, de lo contrario, sí lo hace, significa esto que la persona no ha aprendido de un modo consciente e íntegro la ética y la moral, y por ello, en lo ético y lo moral, carece totalmente de decencia, está degradada y abandonada en cuanto a lo moral, como también es viciosa, racista y mentirosa, así como engañosa. En toda forma está echada a perder, negligente y abyecta, estropeada e infame, odiosa, vengativa, egoísta, ergotista [siempre quiere tener razón], de pensamiento negativo, arrogante y soberbia. Su pensar es sólo un pensar aparente y le produce en su interior sólo sentimientos malos, malvados y salidos gravemente del control de la buena naturaleza interior humana [desviado]; en su comportamiento es desaliñada y ofrece una mala imagen. Por eso es también que el grueso de la humanidad terrestre no puede funcionar como sociedad pacífica, pues la carencia respecto a la ética y la moral no sólo es catastrófico, sino también tan invalioso y nulo, que aun hasta hay niños que, ya en sus años antes de ser adolescentes ya se inclinan hacia el asesinato y el homicidio, e incluso, seducen sin escrúpulos y de modo salvaje a sus semejantes a cometer asesinatos, ya sea por odio, travesura, placer o por otros motivos en todo caso siempre perversas que nunca pueden justificarse de un modo ético y moral ni tampoco de otro modo.
La ética y la moral son una cosa que comenzó no sólo apenas hace unos 400,000 años, como erróneamente afirman los “expertos en psicología”, cuando supuestamente los humanos comenzaron a cazar y recolectar en grupo, sino que ya fue así desde el surgimiento de las primeras formas de vida. Incluso como los precursores más tempranos del ser humano primordial, los primeros seres vivos, hace cientos de millones años ya tenían el impulso natural de proteger y ser cuidadosos padres de sus descendientes. Este comportamiento consistía en que la descendencia recibiera abrigo y cuidado de sus padres, de tal modo que sintiera a salvo, con lo cual todo ello estaba conectado con una forma del comportamiento correcto, esto según cada especie, lo cual quiere decir que a través de cada descendencia [generación] se aprendieron y obedecieron reglas que posibilitaron una vida protegida y una convivencia no sólo con los padres, sino también con sus semejantes, o sea, en “compañía” del rebaño. Vestido de palabras del actual idioma Alemán [aquí: Español], esto no era más que una temprana forma de la ética y la moral que provino de impulsos totalmente naturales de los tempranos seres vivos y posibilitaba una buena convivencia.
La ética y la moral no sólo principios relativos al comportamiento, ni regulan sólo la conducta de los individuos en una sociedad, ni establecen sólo pautas para un comportamiento correcto y señalan lo incorrecto, ni sólo señalan los valores y principios de las normas sociales que el ser humano como miembro de la sociedad [por recomendación] ha de seguir, pues en verdad, son mucho más que eso. Desafortunadamente, la ciencia de la psicología malentiende y mal enseña esto, ya que en su esencia, la ética y la moral constituyen los factores y valores importantes de lo que, por un lado, marca y especifica el tipo de carácter del ser humano. Además también [especifica] el cómo se expresa de modo abierto lo que significa ser un verdadero ser humano, pero, en contraste, también revela que la carencia de los valores éticos y morales resulta en que el individuo no corresponde ni en su carácter ni en su comportamiento a las normas de la decencia, de la verdadera naturaleza humana [del ser de verdad humano], de las directrices naturales y del orden social, de la paz y la libertad, entre otros aspectos.
La ética y la moral juntas conforman la filosofía moral, que no sólo expone el comportamiento humano en relación con todas las normas de trato privado, familiar, amistoso, con los conocidos y en lo social, sino que en realidad son mucho, mucho más. A saber, determinan cómo, qué y quién es en efecto el ser humano, cómo ha aprendido, o no, de modo consciente desde su nacimiento, cómo se ha formado o no, de modo consciente respecto a cómo ser realmente humano. La ética y la moral aprendidas y puestas en práctica por el ser humano, si realmente han sido aprendidas conscientemente, tienen el efecto de que él cuida de sus propios pensamientos y sentimientos de modo autónomo, toma decisiones propias de valor y actúa de modo conscientemente correcto y adecuado según ellas. Por lo tanto, los valores ético-morales también muestran el propio pensamiento y creación de sentimientos correctos [literalmente: el propio correcto modo de pensar y crear sentimientos], así como la toma de decisiones y la acción valiosas [literalmente: como también el decidir y actuar] en lo bueno y lo positivo, pero también, en el caso de no aprender, muestran lo falso y lo negativo. El comportamiento ético-moral general correcto y de altos valores, así como también el cómo trata uno a sí mismo y a su personalidad demuestran de modo explícito la correctitud de ser verdaderamente humano, con lo que se da que a través de ella [esta correctitud] resaltan múltiples valores. Sin embargo, lo contrario se manifiesta en cualquier persona a la que le faltan totalmente o al menos en medida mayor los altos valores ético-morales, cuando no ha aprendido de modo consciente y por volición todos los valores ético-morales. El aprendizaje consciente y por volición de todos estos valores ético-morales en su conjunto y su práctica diaria y constante son lo que realmente convierten al ser humano en el verdadero ser humano que ha de ser por previsión natural. Sin embargo, estos valores son mucho más extensos de lo que la ciencia de la psicología los conoce y van mucho más allá de lo que ella llama ética y moral.
En lo fundamental, los pocos valores no son prácticamente más que lo que en general se le denomina llama “gotas en un mar caliente”, ya que todo el conjunto abarca mucho más, pues contiene todo lo que hace al ser humano lo que por previsión natural ha de ser, es decir, un ser humano verdadero. Sin embargo, llegar a ser eso requiere aprender y ejercer de modo consciente en la vida diaria lo que la ética y la moral realmente albergan en si. También significa que es necesario disolver y neutralizar estrictamente todo lo negativo, falso e incorrecto, etc., para que no se arraigue como una cualidad mala y perjudicial en lo profundo del carácter y pueda surgir en cualquier ocasión apropiada o inapropiada; esto, en especial, a través de cualquier excitación, etc., a través de la cual los valores no procesados [inprocesados] y no neutralizados, que se asentaron profundamente en el carácter, irrumpen hacia el exterior y causan estragos. Esto ocurre en forma de mentiras y engaños, así también como odio, ira, venganza, difamación, pero también como retribución [represalia; desquite], violencia y engaño, como guerra, suicidio, asesinato y homicidio, y destrucción, etc. Todos estos valores no procesados [inprocesados] , que no son aceptables ni en cuanto a lo ético ni a lo moral y que deben han de ser combatidos de modo consciente por el ser humano, así como neutralizados mediante un aprender por volición los valores integrales, se acumulan forzosamente en lo profundo del carácter si no se les pone atención, de donde resurgen, y el ser humano se manifiesta negativamente a través de ellos cuando se excita por cualquier motivo.
La ética y la moral son mucho más que simples modos de comportamiento etc. en la interacción con los demás y con la sociedad en general, ya que en verdad abarcan todos los altos valores necesarios para llegar a ser un ser humano verdadero. Por lo tanto, es necesario que cada individuo sea formado de acuerdo con los verdaderos valores ético-morales, ya que la ética y la moral juntas conforman la filosofía moral, que demuestra la toma de decisiones y las acciones humanas en lo bueno, y lo malo, así como el comportamiento general y, en particular, el trato de uno consigo mismo y, por ende, con la propia personalidad, en lo cual [en todo lo anterior] se ponen de manifiesto múltiples valores.
La ética y la moral han de ser [por previsión y necesidad natural] un deber a cumplir para cada personalidad, con el propósito de que la vida y el comportamiento del individuo sean determinados de modo valioso. Esto se logra a través de formas del cuidadoso autoconocimiento diario y libre toma de decisiones, acciones y cuidados profesionales del comportamiento humano correcto en todas las dimensiones. Estos valores, [por necesidad natural-creacional] han de ser abordados de modo verdaderamente interdisciplinario en relación con la interacción autónoma-personal-profesional; a saber, a través del libre autocontrol, como en todos los valores de los principios autónomos, como con persistencia y atención positivas. Todos los valores del principio de lealtad y del principio de paz, así como los principios de justicia, la mentalidad positiva y el principio del orden, así como los principios de la tolerancia, perseverancia, armonía, honestidad, empatía, interés y el altruismo [disposición a ayudar], la diligencia [dedicación al trabajo], el principio de la libertad, los principios del cuidado y todos los principios de protección de toda vida, de la prevención de daños y del amor verdadero, la equidad, así como el respeto, forman parte de ello; al igual que también los principios de la empatía, de la seguridad, disciplina, de la buena conciencia, de la integridad, salud, familia, perseverancia, de la prosperidad, así como del éxito y del no robar, de la limpieza y confiabilidad, la solidez en la confiabilidad y apoyo. Además, también la aceptación y la resiliencia, la firmeza en la confiabilidad y el amor al prójimo, así como la libertad efectiva y el afecto, así como la simpatía, la amistad y el reconocimiento [aceptación], así como el bienestar común y la prohibición de matar, forman parte de ello.
La ética y la moral significan “no matar”; esto implica también que no se deben librar guerras ni imponer la pena de muerte, pero también que el ser humano no debe pelee, odie, ni que sea violento, etc. Sin embargo, la ética y la moral también indican que el ser humano debe ser consciente de sí mismo, seguro de sì mismo, cumplidor de su deber y honesto, entre otras cosas.
La conciencia es mucho más de lo que generalmente afirma la ciencia, a saber, que, en el sentido más amplio, esta formaría, percibiría, juzgaría la vivencia de los procesos y estados mentales y reconocería y representaría conscientemente algo como conocimiento [saber]. También se sostiene que a través de la conciencia sería posible el sentir, ver, oír, saborear y mucho más y otras cosas, lo cual , en este sentido, no es cierto, ya que la conciencia no puede crear todos estos valores por sí misma, sino que solo los puede percibir y, en consecuencia, también sólo juzgar. Esto se debe a que los órganos sensoriales correspondientes en el cerebro son por separado los encargados de percibir de modo efectivo todos estos factores, los cuales primero deben llevar a cabo la percepción correspondiente para luego transmitirla a la conciencia, por lo que sólo entonces surge el conocimiento [el saber] acerca de lo percibido. Y esto sólo es posible porque la energía creacional da, de modo real, vida a la conciencia. Esta energía y poder también son el factor el cual le da a la conciencia la posibilidad de generar pensamientos, que según el tipo de pensamiento, generan frecuencias negativas o positivas, que de modo correspondiente, a su vez tienen un efecto perturbador o vivificante sobre el entorno cercano y lejano y las formas de vida mismas. Para el ser humano, esto se manifiesta en forma emocional, por lo que surge un factor atractivo o repulsivo, como por ejemplo, una simpatía y amistad, o una antipatía e incluso una enemistad, así como para la alegría y la paz, etc., pero también para el odio, la venganza, la guerra, el asesinato y el homicidio etc. Según las formas de pensamiento, estas afectan a las personas que piensan de modo real o [sólo] en apariencia, de tal modo que una persona se vuelve contenta y feliz o simplemente “animada”, mientras que otra se pone “agria”, violenta, enojada o mentalmente enferma. Mentalmente enferma, precisamente porque, constantemente, la conciencia misma es influenciada de forma negativa por el mismo ser humano a través de sus propios pensamientos que niegan todo y lo confunden y así, a través del mundo de sentimientos que surge de ello. Por ende, por el hecho de que el ser humano puede moldear la fuerza y la energía de su conciencia y así, transformarla en pensamientos y su estado de sentimientos, le es posible darle a este [estado] una forma negativa o positiva y hacer ensalzar su valor o destruirlo de modo enfermizo. La naturaleza del mundo de los pensamientos y los sentimientos se configura, según el modo de entender humano, como un estado psíquico, y por lo tanto, se presenta un “estado psíquico animado [motivado]”, o de otro modo, una “decaída psíquica” o incluso un estado constante de “enfermedad psíquica” que domina la “agenda diaria”.
La psique no es una componente ni un producto de la conciencia o del cuerpo, respectivamente, de su organismo, sino más bien un estado actual que el ser humano crea y genera totalmente por sí mismo a través de su mundo de pensamientos y su mundo de sentimientos que resulta de él. Por lo tanto, la conciencia misma no alberga en si psique alguna, sino que esta es creada por el ser humano mismo a través de sus propios pensamientos y sentimientos, como un estado actual que resulta de sus direcciones de pensamiento y sentimiento positivas o negativas. Por lo tanto, cuando la ciencia psicológica afirma que la psique es la totalidad real del estado humano de su sentir y percibir y de su pensar (nota: desafortunadamente, en la mayoría de los terrícolas, sólo existe un pensar aparente que enferma y embrutece [vuelve obtuso]), entonces se debe aprobarlo y reconocer eso como correcto. Sin embargo, en lo contrario, es completamente erróneo afirmar que la psique es la totalidad “mental” de todos los rasgos de personalidad del individuo en cuestión (donde los científicos de la psicología, cargados de religión, desde luego, no hablan de energía creacional, sino [en términos] de “mental”) [en Alemán “geistig” o espiritual; con frecuencia, se usa en Alemán como equivalente de intelectual o mental].
Sin embargo, una vez más es correcto afirmar que la psique o la salud psíquica se describe como salud mental, como también es cierto que el conocimiento biopsicosocial actual establece que la salud mental depende de que se requiere un sistema complejo de factores biológicos, psicológicos y sociales para que la salud psíquica pueda realmente producir un impacto. Esta salud psicosocial es de definir como un “estado de bienestar” en el cual una persona puede utilizar sus habilidades de modo efectivo. La persona puede manejar y abordar de modo normal las cargas normales de la vida que se presentan, y además es capaz de hacer algo bueno por sí misma, su familia, amigos y comunidad cuando la salud psicosocial de la persona está realmente enorden. Por supuesto, esto depende de muchos factores diferentes, y especialmente de que en lo que respecta a la propia persona, todo esté sano y en orden en términos de pensamientos y sentimientos, y que frente a todos los requerimientos se pueda ser estable y les sirva bien.
En lo que respecta a la salud psíquica y al mantenerse sano, las impulsaciones [del Alemán “Regungen”] de pensamientos y sentimientos desempeñan el papel absolutamente más determinante e importante así como en términos de prevención. Sin embargo, como individuo, el ser humano sólo puede tener un control limitado sobre si mantiene su psique en estado sano o no, ya que para poder establecer en sí el estado de la psique y moldearlo en una forma adecuada, es necesario interactuar con los semejantes. Sin embargo, siempre es el individuo mismo el culpable si desarrolla un problema psíquico. En esto, también juegan un papel importante las influencias de factores sociales, culturales, económicos y ambientales, así como las personas relacionadas con estos factores. No obstante, siempre es el propio individuo solo que determina las circunstancias de vida personales y el estado de la psique, ya que no existe una predisposición genética, como afirma la ciencia psicológica, ni una psique innata del ser humano basada en la conciencia u otro aspecto, pues en verdad esta es simplemente un estado que es creado por el mismo ser humano; esto es, mediante sus pensamientos y sentimientos, por lo que se genera el estado que llamamos “psique”.
La conciencia es el factor vivificado por la energía de la creación que, a través de lo observado, vivido, experimentado, escuchado y aprendido, no asimila el verdadero conocimiento directamente del modo “fijar a sabiendas” y le transmite la realidad [del Alemán “Wirklichkeit” o efectividad] y de su verdad. Esto sucede a través de que –y que esto quede explicado con claridad una vez más– primero, los sentidos correspondientes tienen que hacer su percepción y luego transmiten ésta a la conciencia. Los órganos sensoriales no corresponden a la conciencia en sí, sino que se relacionan con determinadas áreas cerebrales distintas que perciben impresiones y estímulos etc., tanto del propio cuerpo del ser humano como también del entorno directo cercano y más lejano. Estos sentidos abarcan mucho más de lo que la ciencia sostiene, que sólo enumera 5 sentidos del ser humano, cuando en realidad hay muchos más que sólo el oído, el olfato, el tacto, la vista y el gusto. Así es que hay que mencionar también el sentido del habla, el sentido de la lógica, el sentido del entendimiento {intelecto}, el sentido de la razón, el sentido de la percepción, el sentido de la personalidad y el sentido del movimiento, como también el muy importante sentido de la realidad, el sentido de la verdad y muchos otros más que existen de modo absoluto y son relevantes para el ser humano. Especialmente la ciencia de la psicología, hasta el psicoanálisis y el tratamiento de la psique, se queda rezagada debido al no conocer [al inconocimiento de] este hecho, lo que muy a menudo y cada vez más lleva al suicidio en personas con daños psicológicos.
Fecha de publicación: 2024-02-04
Traducido por WH.
Revisado y publicado por JH.